Inglaterra dio la bienvenida al mundo en 2010 e invirtió mucho en su preparación, con la esperanza de evitar una tercera derrota consecutiva en la final contra Nueva Zelanda. El torneo tuvo algunas sorpresas, como la victoria de Irlanda sobre Estados Unidos y la ajustada victoria de Sudáfrica contra Gales, mientras que Australia llegó por primera vez a las semifinales.
La final, disputada ante un Twickenham Stoop lleno, fue un partido de infarto que se decidió en los últimos momentos. Nueva Zelanda recibió tres tarjetas amarillas, pero con un ensayo convertido por cada equipo, fue el penalti de Kelly Brazier lo que marcó la diferencia y aseguró un cuarto título consecutivo.